Corintios 9:24-27 NTV
16 de julio, del 2019
Este versículo siempre me ha hecho reflexionar sobre mi pasión por la salud y nutrición y la competencia a nivel profesional cuando era una joven universitaria.
Corintios
9:24-27 NTV
Hace dos días precisamente una amiga me envió esta profunda reflexión a continuación sobre este tema…
Cuando comencé a ir al gimnasio mi entrenador tuvo mucha
consideración conmigo, era nueva y hacía buen tiempo que no practicaba ningún
deporte. Dentro del primer mes y de a poco, el esfuerzo se hizo cada vez mayor,
al igual que crecían el aliento y la paciencia de mi entrenador. Su propósito
era ejercitar mi cuerpo para resistir el esfuerzo que vendría más adelante, con
ejercicios cada vez más exigentes.
Un día después de calentar, él subió la carga más de lo
que era normal para mí. Esto hizo que mi cuerpo se esfuerce mucho más, tanto es
así que en los primeros minutos pensé que no iba a aguantar. Por momentos
dejaba de pedalear, pero él al ver eso, volvía para alentarme y presionarme.
Hubo un momento donde le dije: “¡No puedo más!” y quise parar, pero no me dejó y
me dijo: “¡Nunca digas que no puedes, tú puedes!” Y se quedó conmigo hasta que
logré completar el tiempo del ejercicio.
Estaba convencida de que no podía, pero necesitaba que
alguien me motivara para efectivamente poder lograrlo. Los primeros pasos en los
caminos de Dios, no son tan fáciles porque uno no tiene el cuerpo, la mente y
el corazón, el alma y el espíritu ejercitados para lo que a Dios le agrada, sin
embargo, su paciencia y amor hacen que poco a poco seamos transformados para lo
bueno.
Suele pasar que con el correr del tiempo y en los
momentos más críticos uno siente deseos de tirar la toalla, pero Dios hace como
el entrenador, alienta porque sabe que al estar con Él, recibimos nuevas fuerzas.
Es importante nuestro esfuerzo, así como un entrenador
exige el trabajo de un atleta, Dios también lo hace con nosotros: “Mira que te mando
que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque el Señor estará
contigo en dondequiera que vayas.” El Señor es nuestro entrenador personal,
siempre está a nuestro lado, sabe que podemos correr una milla más y que con
esfuerzo podremos alcanzar la meta. Estamos en una carrera muy importante que
determinará nuestro futuro eterno, esforcémonos y no descuidemos el ejercicio
espiritual, de la oración, la lectura de la Palabra y el tiempo a solas con
Dios.
Tampoco permitas que entre la duda en ti, ya que en todas
las etapas, Dios está con nosotros, alentándonos a subir a otro nivel, porque Él,
sí se puede. Tal vez te encuentres como yo en aquel momento, pensando que no
podía, que no tenía más fuerzas, con dolor y con las ganas de abandonar.
Si esta es tu situación, piensa que no solo tienes el
aliento humano de un entrenador, sino que tienes el apoyo de tu Padre que te da
nuevas fuerzas.
Di ahora mismo: “Hoy
me decido sacar de mí vocabulario la frase, no puedo, porque creo que todo lo
puedo en Cristo, que me fortalece.”
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